Los estilos educativos lograron definirse partiendo de observaciones de interacción entre niños de 3 a 6 años y sus padres. Parecía claro que existían dos grandes dimensiones:
- Por una parte, el control de los padres sobre sus hijos
- Por otra parte, el afecto que los padres proporcionan a sus hijos.
En función de la combinación del nivel de control y de afecto que los padres emplean con sus hijos se han definido cuatro estilos educativos:
Parece que el mejor estilo para el desarrollo sano de los niños es el democrático, es decir, el que proporciona un adecuado clima afectivo en el que el niño se siente valorado y escuchado, pero que a la vez impone normas a su conducta y mantiene un alto nivel de exigencia en sus logros.
- Democrático: Estos padres adoptan niveles altos en control y afecto. Proporcionan un entorno afectivo y comunicativo adecuado, son cariñosos. Crean un entorno con una alta expresividad emocional y están pendientes de sus hijos, pero a la vez mantienen bien delimitadas las normas y reglas que los hijos deben cumplir. Intentan que los niños cumplan las normas a través del diálogo, el razonamiento y el compromiso mutuo evitando el castigo físico y la imposición. Estos padres generan confianza mutua y tranquilidad interior, y las consecuencias de los niños son alta autoestima, creatividad y autoconfianza, alta competencia social, son alegres y espontáneos, y tienen mucha capacidad para tomar decisiones.
- Autoritario: Estos padres ejercen altos niveles de control y manifiestan poco afecto. Se trata de padres excesivamente exigentes y severos en cuanto a la imposición y cumplimiento de normas. Suelen ser incuestionables y se utiliza el castigo cuando no se cumplen. No establecen buenas vías de comunicación con sus hijos, mantienen una relación distante y no crean un clima afectivo adecuado.
El 60% de los comentarios a sus hijos es para darles órdenes. Exige un cumplimiento inmediato de la demanda "ahora mismo lo haces...". En general, son padres que fueron educados de la misma, o similar forma: "a la antigua", "con un látigo en la mano y con la otra el pan".
- Permisivo: Cuando el nivel de control es bajo pero el nivel de afecto es alto se emplea un estilo permisivo. Estos padres tienen interés en imponer normas de conducta a sus hijos. El nivel de exigencia de los padres es muy bajo y los niños pueden tomar decisiones o actuar sobre cuestiones que no les competen. No obstante, dado que el nivel de afecto es alto, mantienen buenas vías de comunicación con sus hijos. Este estilo puede traer como consecuencia inestabilidad y falta de equilibrio personal al no incorporar normas, baja autoestima personal, escasas habilidades sociales, nula planificación y trabajo, entre otras.
- Indiferente: Estos padres presentan bajos niveles de control y de afecto. Este estilo es más dañino para los niños. Estos padres no proporcionan a sus hijos apoyo emocional, no crean un entorno afectivo adecuado y tampoco se preocupan por establecer límites ni normas de conducta.